Ser joven en Europa es una cosa, y otra bien distinta es ser joven y gitano. Por razón de naturaleza humana debería significar lo mismo, pero por naturaleza étnica, lo separa del resto de jóvenes un abismo aparentemente infranqueable.
Ionut, joven rumano, y uno de los optimistas comenta "La vida de mis hijos será mejor que la mía", Pienso que ese convencimiento constituye la premisa fundamental para que verdaderamente los jóvenes gitanos de Europa hagan lo que tienen que hacer.
Los encuentros como el mantenido en Berlín son necesarios, pero han de ir refrendados por un trabajo cotidiano de “socialización” e integración en el entorno más próximo, sin tener por ello que “abdicar” de nuestro origen y nuestra cultura. Al mismo tiempo también debemos potenciar la propia formación de cada uno, elemento imprescindible que permitirá afianzar nuestro futuro.
En la Europa de hoy se está produciendo una gran paradoja, y es la de que mientras todas las instituciones comunitarias aprueban leyes de salvaguardia, protección y promoción del pueblo gitano, concretadas en diversos programas que cubren varios frentes, tales como el de la lucha por la erradicación de los estereotipos, al mismo tiempo y en sentido contrario, también se está produciendo un gran movimiento de rechazo en amplios sectores de la sociedad, manifestado de manera muy violenta en muchos puntos de Europa.
“Crece el racismo contra los gitanos desde Belfast hasta Bucarest” es el título de un interesante informe que también publicamos hace unos días, mediante el cual se confirma claramente el abismo existente entre la sociedad y los gobiernos, aunque no todos, ya que el gobierno italiano aún parece andar “en sintonía” con el sector mas radical de su ciudadanía.
La juventud gitana aún está muy lejos de lograr una incorporación “normalizada” dentro de la sociedad europea, y no cabe duda de que este será un proceso lento que requiere de grandes esfuerzos por parte de todos, además de programas específicos como los emprendidos por la Unión Europea, con importantes dotaciones económicas que posibiliten ese necesario avance social y de convivencia.
Pero es una lástima que todos esos programas de ayuda, sean hasta la fecha prácticamente “invisibles” para la inmensa mayoría de las Regiones Europeas, y aún más desconocidos e inaccesibles para sus asociaciones, que son en definitiva las que día a día trabajan de manera muy directa con las familias y con los jóvenes gitanos, sin apenas disponer de recursos para ello. Asociaciones o federaciones sin opción alguna, a todo cuanto políticamente se viene “cocinando” desde Bruselas o Estrasburgo para sacar adelante a nuestro pueblo, ya que en mayoría de casos, esos mismos recursos son “atrapados” por las grandes estructuras estatales, controladas y creadas, algunas de ellas, por los mismos gobiernos.
A pesar de todo, con recursos o sin ellos, nuestra juventud debe comenzar a liderar en Europa un movimiento que posibilite cambios de actitud real en la sociedad, al tiempo que también resulta necesario un cambio de mentalidad entre ellos mismos, que les infunda confianza y les permita caminar, e incluso, atreverse a soñar.
Presidente de la Federación Maranatha de Asociaciones Gitanas
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